Salir bonito: La importancia de los bombos y platillos en un cierre de gestión

Las circunstancias para llegar a ocupar un cargo son muy diversas. La elección popular, la designación a dedo, el proceso de selección o la sucesión son algunas de las más frecuentes. Una vez que la persona se sienta en la silla, el día a día va construyendo una rutina en donde muy pocos recuerdan que la campaña continúa: ERROR.

No me refiero solo a la campaña política; cada persona, sin importar el cargo que ocupe, el oficio que desempeñe vive en una campaña infinita. Comunicar el trabajo, mantener la interacción y prepararse para el siguiente escalón es un ciclo que acompaña a todos los empresarios y políticos exitosos.

¿Pero qué pasa cuando usted piensa que ya está en el último escalón? Va a abandonar un cargo, va a terminar un periodo presidencial o se va a jubilar… entonces hay que salir bonito.

Tenga claro que aquí no importa qué tan limpia esté su conciencia y qué tan buena considere que fue su gestión. Los escándalos, la controversia y los problemas fomentan la amnesia selectiva en sus empleados, clientes, proveedores y ciudadanía en general. Salir bonito genera ese viento a favor para avanzar hacia su siguiente desafío. ¿Se va a dedicar a la consultoría? ¿Va a escribir libros? ¿Va a saltar a un cargo superior en donde se requieren más votos y más apoyo político? Entonces asegúrese de dirigir de manera consciente y estratégica su despedida.

La gente olvida muy fácilmente lo que costaron esas victorias, esas transformaciones. Usted puede decidir si empaca sus cosas en una caja y sale por la puerta de atrás sin pena ni gloria, o sale por un portal bien construido, que genere admiración, respeto, que haga que lo extrañen.

“pensándolo bien, no era tan malo” … “pensándolo bien, gracias a él o estamos mejor” … “pensándolo bien, es un error que se vaya”.

Hay que salir bonito.